OXFAM. La hora del compromiso
La irrupción de la pandemia del COVID-19 nos abre un panorama de incertidumbre muy preocupante. Al drama humano de la pérdida de vidas se suma las consecuencias del parón económico que aboca a la pobreza a cientos de miles de personas en España y un incremento de la desigualdad.
Miles de pequeñas y medianas empresas están tratando de sobrevivir, como queda patente en el hecho de que en abril de este año había 85.000 pymes menos que en enero, mientras que las empresas de mayor tamaño también acusan el golpe, aunque desde una mejor posición.
Sin embargo, que la recuperación de esta nueva crisis económica no contribuya a ahondar la brecha de desigualdad depende en parte del tipo de ajustes que las grandes empresas apliquen para superar el bache.
Actualmente muchos foros empresariales reclaman que las empresas doten a su actividad de un propósito que contribuya a dar respuesta a los desafíos sociales y medioambientales. Para ello, resulta imprescindible que las empresas comiencen a medir el éxito de su actuación incorporando las tres vertientes de su actividad: la económica, la social y la ambiental.
Existen actualmente diversas experiencias empresariales que operan bajo marcos de actuación que incorporan la dimensión social y ambiental de su actividad. Se trata de iniciativas que sirven como laboratorios de nuevos modelos empresariales, como son la Economía del Bien Común, las empresas por el Triple Balance, la Economía Solidaria, las B-Corps y el modelo puesto en marcha por la Corporación Mondragón.